LACAN
Jacques-Marie Émile Lacan (París, 13 de
abril de 1901-ibídem, 9 de septiembre de 1981) fue un médico psiquiatra y
psicoanalista francés conocido por los aportes teóricos que hizo al
psicoanálisis basándose en la experiencia analítica y en la lectura de Freud,
incorporando a su vez elementos del estructuralismo, la lingüística
estructural, la matemática y la filosofía.
Sus aportes han sido definidos,
principalmente por él mismo, como un «retorno a Freud». Otros estudiosos de la
historia del psicoanálisis los clasifican como una reinterpretación o
desarrollo ulterior de prácticamente todos los conceptos freudianos,
principalmente a través de una revisión de casi toda su casuística relevante:
Herbert Graf, Ida Bauer, Ernst Lanzer, Daniel Paul Schreber, Serguéi Pankéyev.1
Fue un exponente fundamental de la
corriente estructuralista y generó gran controversia entre otros profesionales
debido a su estilo innovador. Asensi describe a Lacan como un
estructuralista-post-estructuralista.
Su relación con el movimiento freudiano
contrastaba con sus fuertes tensiones con la IPA, la Asociación Psicoanalítica
Internacional (su estilo didáctico y la brevedad de sus sesiones en relación a
las propuestas de los psicoanalistas ortodoxos, desencadenaron un rechazo que
tiene raíces más profundas), y con el progresivo distanciamiento de sus colegas
franceses a lo largo de una serie de escisiones.
Lacan buscó reorientar el psicoanálisis
hacia la obra original de Freud, ya que consideraba que el psicoanálisis
post-freudiano se había desviado cayendo en una lógica a veces biologicista u
objetivadora del sujeto propio del psicoanálisis. Lacan acusó a muchos de los
psicoanalistas coetáneos por haber distorsionado y parcializado la teoría de
Freud. Reinterpretó y amplió la práctica psicoanalítica. Incorporó además a
nivel teórico nociones de origen lingüístico, filosófico y topológico que lo
llevaron a redefinir muchos de los principales términos del léxico
psicoanalítico y, por ejemplo, a formular la tesis:
El inconsciente está estructurado 'como' un
lenguaje
Con esta formulación Lacan afirma realizar
un retorno a la concepción de inconsciente propuesta por Freud, al tiempo que
se distancia de la posición de los teóricos de las relaciones objetales
(psicólogos del yo), quienes intentan dar un lugar al inconsciente. Con su
concepto, Lacan pone al inconsciente en la imposibilidad de representar los
Objetos reales de manera absoluta en el lenguaje.
Las nociones lingüísticas tomadas de
Ferdinand de Saussure se hacen en su obra aplicables a la relectura de Freud.
Modificando algunas de las fórmulas relativas al significante, Lacan introduce
el concepto de lógica del significante para reexplicar la teoría freudiana,
aunque sosteniendo -según sus propias palabras- el espíritu freudiano que puede
leerse, tanto en el análisis de los sueños como en el chiste, en su Proyecto de
Psicología y a lo largo de su obra. La obra de Lacan ha despertado interés en
otros campos además del psicoanálisis, particularmente en la lingüística, la
teoría crítica, en el postestructuralismo, la filosofía y la política.
La importancia de lo lingüístico (si bien
en términos estrictos y a los fines de diferenciar la disciplina analítica de
la lingüística, Lacan denomina "lingüistería" a su concepción del
lenguaje) en la reformulación lacaniana del psicoanálisis lo llevó a modificar
numerosas ideas de la práctica clínica y a proponer un complejo esquema de
constitución psíquica del hombre. El yo se constituye en un reconocimiento en
torno a su imagen en el espejo y gracias a la garantía de la mirada del otro. A
esta instancia Lacan la llamó el estadio del espejo.
Con todo, afirmó reiteradamente que su
intención era refinar y mejorar el marco original de las obras de Freud: es
famosa su boutade de que quien quiera ser lacaniano es libre de serlo, pero que
él mismo se consideraba freudiano.
Su obra, lejos de haber cosechado
aceptación universal, es fuente de grandes controversias (incluso dentro de la
comunidad psicoanalítica). Los filósofos Slavoj Zizek y Alain Badiou han sido
algunos de sus más fuertes defensores, e influyó en el traductólogo Antoine
Berman.2 En contrapartida, Lacan fue objeto de críticas epistemológicas de los
físicos Alan Sokal y Jean Bricmont así como del lingüista Noam Chomsky, y
filosóficas por parte de Jacques Derrida y de autores feministas.
Más allá de las críticas, resulta
indiscutible su fuerte influencia en la práctica del psicoanálisis, y sus
concepciones han dado pie a numerosas Escuelas de orientación lacaniana,
principalmente en países europeos y latinoamericanos. Las Escuelas Lacanianas
fundan en Buenos Aires el 3 de enero de 1992 la Asociación Mundial de
Psicoanálisis3 haciendo suya la intención expresada por Jacques Lacan en su
Acta de Fundación4 de la Escuela Francesa de Psicoanálisis y se inscriben en el
movimiento de reconquista del campo freudiano que puso en marcha el 21 de junio
de 1964. Jacques-Alain Miller fue su Delegado General5 desde 1992 a 2002. A
raíz de la escisión producida en 1998 en la Asociación Mundial de
Psicoanálisis, varios Foros Lacanianos crean la Escuela de Psicoanálisis de los
Foros del Campo Lacaniano 6 , que se da como perspectiva la creación de una
Escuela de psicoanálisis que retorne a las finalidades inscritas en el acto de
fundación de la Escuela de Jacques Lacan. Su Colegio de Representantes7 por
Zonas8 da unidad al conjunto, y su función no es directiva sino de información,
de comunicación entre los diversos foros.
IDEAS
Lacan retoma la teoría psicoanalítica de
Freud para desarrollarla incorporando elementos del estructuralismo, la
lingüística (Ferdinand de Saussure, Roman Jakobson), de la filosofía (Kojève,
Sartre, Hegel), de la fenomenología (Husserl), de corrientes existencialistas
diversas a las sartreanas (Martin Heidegger, Karl Jaspers, Maurice Merleau-Ponty),
de la antropología (Lévi-Strauss) así como elementos de la matemática, por
ejemplo la topología combinatoria (banda de Moebius y el toro), la teoría de
los nudos, la geometría, la teoría de juegos y la teoría de números.También se
basó en la cibernética al elaborar el llamado grafo del deseo.11
En su seminario Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis Lacan lleva a cabo un trabajo de ordenamiento
donde se establece que los fundamentos del psicoanálisis están constituidos por
los conceptos de Freud: inconsciente, repetición, transferencia y pulsión, los
cuales son sometidos a una elaboración basada en la lectura de los textos
freudianos y a la luz de los conceptos cuyo desarrollo puede seguirse en la
lectura de sus seminarios.
Inconsciente estructurado
Una de las primeras hipótesis fuertes de
Lacan es que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y opera
combinatoriamente por los mismos procesos que generan la metonimia y la
metáfora. Entiéndase bien: no quiere decir que se reduzca a un lenguaje. Un
ejemplo "simple" de lo antedicho son los ensueños (imágenes
oníricas); estos son como metáforas de deseos reprimidos. Explica que la
materialidad del pensar está dada por la materialidad de los significantes, y
de la combinatoria de significantes que configuran el pensar. Además de
metáforas (equivalentes a las condensaciones de Freud) el inconsciente
estructurado como lenguaje se estructuraría en metonimias (equivalentes a los
desplazamientos de Freud); según la teoría lacaniana una metáfora puede ser una
condensación de metonimias, para entender esto se basa en los estudios que
sobre las afasias hizo el célebre lingüista Roman Jakobson y en el
funcionamiento de lo inconsciente y las teorías sobre la representación según
Freud.
Banda de Möbius.
Lacan, con Freud, considera que el ser
humano está regido por las pulsiones. A diferencia de los instintos, las
pulsiones carecen de objetos predeterminados; esto hace que el ser humano no
quede encerrado en esquemas o estereotipos simples de conducta; el ser humano,
al ser pulsional, se distancia fuertemente del mero sistema de
"estímulo-respuesta" que caracteriza a los otros animales (en los
primates superiores –chimpancés, etc.–, ya se observan primordios de
pulsiones).
Refuerza la idea freudiana de la existencia
de lo inconsciente, una dimensión que no significa "subyacente" a la
consciencia; y demuestra esta relación entre las dimensiones de lo consciente y
lo inconsciente con la incorporación del objeto topológico denominado banda de Möbius.
Lo real, lo imaginario y lo simbólico
Nudo
borromeo.
Explica la constitución subjetiva como una
estructura dinámica organizada en tres registros. Lacan formuló los conceptos
de lo real, lo imaginario y lo simbólico para describir estas tres dimensiones
anudadas en la constitución del sujeto. Estos tres registros se hallan
imbricados según la forma de un nudo borromeo, (o, nudo Borromi): El
desanudamiento de cualquiera de los tres provoca el desanudamiento de los otros
dos. Se trata de otra herramienta conceptual típica de la topología
combinatoria, como lo es la ya referida Banda de Möbius.
Registro
de lo real
Lo real es aquello que no se puede expresar
por el lenguaje, lo que no se puede decir, no se puede representar. Avanzada su
obra, Lacan lo asimilará a la categoría de lo "imposible", lo
imposible de ser dicho, lo imposible de nombrar (lugar de Dios en la
estructura). Lo Real está siempre presente pero continuamente mediado por lo
imaginario y lo simbólico, que son las dimensiones a las que, en cambio, puede
accederse. Desde la perspectiva lógica y en relación a la noción de escritura,
Lacan lo referirá a "lo que no cesa de no escribirse"
Registro
de lo imaginario
Lo imaginario está constituido en un
proceso que requiere una cierta enajenación estructural. Es el reino de la
identificación espacial que se realiza en el denominado estadio del espejo y es
instrumental en el desarrollo de la agencia psíquica. Es en este proceso de
formación que el sujeto puede identificar su imagen como un yo, diferenciado del
otro y en relación con el objeto a. Lo que se designa como yo es formado a
través de lo que es el otro —de la imagen en el espejo que le devuelve la
dimensión del otro como semejante-. Es la forma primitiva de pensamiento o
"matriz simbólica", simbólico.
Registro
de lo simbólico
Si Lo imaginario, o aspecto no-lingüístico
de la psique, formula el conocimiento primitivo del yo, lo simbólico, término
que Lacan utilizaba para la colaboración lingüística (significante), genera una
reflexión a nivel comunitario del conocimiento primitivo del yo y crea el
primer conjunto de reglas que gobiernan el comportamiento e integran a cada
sujeto en la cultura. Constituye el registro más "evolucionado" y es
el que caracteriza al ser humano. Lacan considera que por el lenguaje se
construye un sujeto y el humano padece este lenguaje desde el nacimiento,
aportándole a cada sujeto la calidad heurística (con el lenguaje se abre la
dimensión del pensamiento). Conviene recordar que "el significante precede
al sujeto"
El sujeto se desarrolla mediante su
inserción en el orden simbólico, momento en el cual el infante adquiere la
habilidad de utilizar el lenguaje –es decir, de materializar su deseo mediante
el discurso.
Estadio
del espejo
Lacan descubre (casi paralelamente a Wallon)
que la percepción que cada ser humano tiene de sí, su sí-mismo, la imagen de
sí, mediante la cual se registra como Uno, es congruente con la noción de su
ego. Esta noción de su apariencia corporal completa y de su personalidad solo
se logra a temprana edad viéndose reflejado en un semejante, a este momento se
le llama estadio del espejo. El yo (o, ego) es (inicialmente) un otro. Con tal
descubrimiento puede decir Lacan: el yo se constituye en y por un otro
semejante. El estadio del espejo está predeterminado genéticamente en los
humanos y es perfectamente corroborable en condiciones científicas de
experimentación (semeja en muchos aspectos al imprinting (grabación,
troquelado) que en etología ha descubierto Konrad Lorenz).
El estadio del espejo es descrito en el
ensayo de Lacan «El estadio del espejo como formador de función del yo», el
primero de sus Escritos, considerado uno de sus trabajos más importantes.
Algunos lo ponen crudamente como el momento
en el que el niño se «reconoce» a sí mismo(a) en la imagen del espejo, pero
esto no se apega a la idea de Lacan y hace confusa la terminología. El énfasis
de Lacan se concentra en la «identificación espacial» del infans con una
imagen, efecto de la «insuficiencia de anticipación –y que crea para el sujeto,
atrapado en la atracción de la identificación espacial, la sucesión de
fantasías que se extienden a partir de una imagen-cuerpo fragmentada a una
forma en su totalidad que llamaré ortopédica– y, por último, a la suposición de
la armadura en la entidad alienante, que marcará con su estructura rígida todo
el desarrollo mental del sujeto».
Esta identificación es un primer paso para
la constitución del sujeto. Todo lo que sigue está basado en este primer
reconocimiento equivocado (méconnaissance), en cada identificación posterior, a
lo largo de la vida del sujeto. La identificación de uno mismo en términos del
otro. Más aún: para que el ego plasmado o constituido durante el estadio del
espejo pueda devenir sujeto se hace necesario el clivaje impuesto desde la función
paterna, desde una de las instancias del Otro. Es la Función Paterna o ley
simbólica, lo que permite al infante ser sujeto y que pueda relacionarse
mediante símbolos con el otro. La imposición de La Ley, que ha descubierto
Freud y lo corrobora Lacan permite la cultura, la exogamia, y, así, la
persistencia de la especie humana.
Los estudios de Wallon y los de Lacan en
cuanto a la autopercepción humana a través de la imagen reflejada se
anticiparon más de treinta años a los de la psicología evolutiva al respecto.
Recién en 1964 el estadounidense Gordon Gallup efectuó la llamada prueba del
espejo, aunque significativamente omitió hacer cita de los trabajos precedentes
realizados por Wallon y Lacan.
Clivaje
Una de las interpretaciones de Lacan
acentúa el concepto que en el psicoanálisis de Sigmund Freud utiliza para
describir la escisión yoica y en la teoría psicoanalítica de Jacques Lacan se
refiere más puntualmente al efecto de la Función Paterna que separa al
individuo del Deseo de la Madre. Si no resulta eficaz la Función Paterna, todo
infante es como un apéndice de su madre. Con el padre (o quien realmente cumpla
su función) se obra una separación (tal como Freud lo describe al explicar el
complejo de Edipo), es decir, se separa al infante de la madre, se le escinde
de ella, tal escisión, muy precisa, muy determinante e integradora del sujeto
en la sociedad, es precisamente el clivaje para Lacan.
Conviene destacar que la función paterna no
es ejercida solo por un padre. Al ser una función, puede también ser ejercida
por la madre o cualquier otra persona en posición paterna.
El Otro
En contraste con los ego-psicólogos
angloamericanos de la época, Lacan considera al yo como algo constituido en el
campo del "Otro", es decir, gracias al lazo social o vínculo. Lacan
argumenta que pensar el yo como una fuerza coherente con control sobre la
psique difiere de lo planteado por Freud. Para Lacan, el yo permanece en
conflicto permanente, solo soportable mediante el autoengaño.
El Otro, a diferencia del otro (con
minúsculas, que es lisa y llanamente, un semejante), es siempre un otro
significativo. De él parten las demandas para el sujeto, que configuran tanto
el ideal como el superyó. Decíamos que Lacan siempre se dijo freudiano. En este
punto, el del otro/Otro, se registra de manera inconfundible, una redefinición
de los conceptos sobre el narcisismo y sobre el llamado Complejo del prójimo,
que vertió Freud.
El otro, decía Freud, es siempre, amigo,
enemigo o modelo (identificatorio). Son las voces agenciadas por el superyó, y
los ideales provenientes del otro. Las reflexividades de lo imaginario, de
manera solidaria con las condiciones que impone el significante y las leyes de
lo simbólico, operan tanto las diferencias entre sujeto escindido (je y moi, o
sujeto del inconsciente/yo oficial) como los efectos de otro/Otro.
Pulsiones
Como Freud, Lacan considera que el
comportamiento humano está regido por pulsiones, que se relacionan con el
pensamiento heurístico y lo diferencian del resto de las especies. Es por esto
que el humano no queda encerrado en el esquema de "estímulo
respuesta" (E-R) que caracteriza a los otros animales. La articulación de
la pulsión en el registro simbólico constituye el deseo. El sujeto, en la
medida en que se adscribe a la interdicción de la ley paterna, entra a la
mediatez de la cultura.
El sujeto deseante se adscribe a la
cultura, en la medida en que exista un objeto "ideal" perdido, al que
llama objeto a. Esta instancia mítica, es la que Lacan denomina como S1
(significante del deseo de la madre), la que se relaciona con los postulados
psicoanalíticos de la lógica de la castración. El objeto a se pierde, cuando
intenta dar cuenta de este, ya que al hacerlo sabe que esa instancia mítica de
S1 está perdida. En ese proceso, el sujeto entra a la lógica de la castración,
al dar cuenta que "existe alguien, o algo" que permite
"volver" a la instancia mítica de inmediatez y de goce. Por ende, S2
sería lo que Lacan llama la Metáfora del nombre-del-padre. Un representante que
permite al sujeto entrar a lo simbólico y a la cadena significante. Que intenta
de por si dar sentido a ese S1 que no puede presentarse. Ese ideal perdido y
causal de deseo llamado objeto a.
Goce vs. deseo-placer
Otro de los aportes de Lacan es la
distinción que realiza entre los términos goce y deseo-placer. Aunque ambos
parecen semejantes, son radicalmente distintos y tienen consecuencias muy
diferentes: el término goce se refiere a las actitudes en las cuales el sujeto
pierde su cuota de libertad; el término deseo asociado con el placer, en
cambio, se refiere a las conductas que dejan de estar apegadas cerradamente a
un objeto determinado, permitiendo al sujeto ejercer su libertad.
La topología en Lacan
Lacan intenta formalizar lo inconsciente y
para ello se apoya, en parte, en una rama de la geometría no plana llamada
topología, la cual estudia el fenómeno de la transformación de ciertos cuerpos
geométricos (como la esfera, el "toro", el cross-cap y la
"botella de Klein", la banda de Moebius y el nudo), y es una
geometría que se apoya en la cualidad (y no en la mensurabilidad). Y como una
manera de transmitir algo de lo que no se puede transmitir debido a que no-todo
puede decirse mediante el lenguaje, a través de la matemática, lo que él llamó
matema. A partir de esto, puede dar cuenta de una geometría del sujeto, al
manifestarse lo que es la superficie, la línea, el agujero y el punto, en
relación conjugada con lo que él llamó el parlêtre (parlente, como algunos
traducen al español, o también hablente; en el sentido ontológico de ente y ser
al mismo tiempo), es decir, a lo que dice el sujeto, a los cortes que se
producen en la linealidad de lo que dice, agujereándolo, en la relación
inconsciente con su "cuerpo", con ese "yo" (Je) que es
otro.
Lacan encuentra, como mejor objeto para
explicar estos conceptos, el nudo borromeo, cuya principal característica es
que, al cortarse uno, los otros se separan. Así se anudan los tres registros:
el de lo real, el de lo simbólico y el de lo imaginario (R.S.I.).
Práctica psicoanalítica
Lacan extiende el campo del psicoanálisis
al tratamiento, no solo de las distintas formas de neurosis, sino también al
tratamiento de las distintas formas de psicosis. Aunque el mismo Lacan pone
énfasis en que, para el psicoanálisis, psicosis, neurosis y perversión son
estructuras subjetivas, y no enfermedades mentales que una terapéutica pueda
"normalizar" ni "curar". Lacan explica la génesis de las
psicosis durante la infancia a partir del recurso a un mecanismo de defensa que
llama forclusión del nombre del padre: en una determinada relación entre los
padres y el infante por la cual se instaura una legalidad simbólica distinta a
la que define la neurosis, quedando atrapado en el estadio del espejo, lo que
se manifiesta en distintas formas de psicosis.
También Lacan ha sido uno de los primeros
en estudiar la patología conocida como caso límite (borderline), entendiéndola
como una forma de psicosis en la cual el afectado mantiene un anclaje con el
principio de realidad mediante un proceso llamado synthome.
Lacan rechaza la denominación de
"paciente" para quien sufre de problemas psíquicos, sosteniendo que
el supuesto paciente es protagonista durante la terapia y debe adoptar un rol
activo respecto a sí mismo, convirtiéndose en "analizante" de su
propio pensamiento. El método psicoanalítico lacaniano se aproxima a la
mayéutica de Sócrates: el psicoanalista reflexiona con el analizante el
discurso para que este llegue a replantearlo y logre acceder a la abreacción
mediante un procesamiento, reconocimiento y verbalización de afectos
traumáticos que durante la dolencia se han encontrado reprimidos en lo
inconsciente, quedando así curado como resultado de su propia acción, aunque en
presencia transferencial.[cita requerida]. Para Lacan el tiempo de duración de
una sesión no está fijado de antemano, ya que la finalización de la misma es
considerada una intervención del analista que es preciso evitar. La sesión
puede durar 20 o 30 minutos o apenas algunos minutos, hasta que se hace
presente el objeto a, esto es: cuando durante la sesión aparece un signo
importante -por ejemplo una palabra importante, clave-, en tales oportunidades
se interrumpe la sesión para que el analizante pueda considerar aquello que ha
expresado.
CONTROVERSIAS
Escritos y estilo de escritura
Jacques-Alain Miller es el único editor de
los seminarios de Lacan, los cuales contienen la mayor parte de su trabajo.
"Ha habido considerable controversia acerca de la precisión, la
transcripción y la edición", además de "la negación de Miller a
permitir la publicación cualquier edición crítica o comentada". A pesar
del estatus de gran figura de Lacan en la historia del psicoanálisis, algunos
de sus seminarios siguen sin publicar. Desde 1984, Miller ha llevado a cabo
regularmente una serie de conferencias, "L'orientation lacanienne."
Las enseñanzas de Miller han sido publicadas en los Estados Unidos por la
revista Lacanian Ink.
Lacan afirmó que sus Écrits no debían ser
entendidos racionalmente, sino que debían producir un efecto en el lector
similar a la sensación de ilustración que uno experimentaría al leer textos
místicos. La escritura de Lacan es notoriamente difícil, en parte por las
continuas alusiones hegelianas/kojèveanas, las grandes divergencias teóricas
con otras teorías psicoanalíticas y filosóficas, y un oscuro estilo de prosa.
Para algunos, "la impenetrabilidad de la prosa de Lacan... [es] demasiado
a menudo considerada profunda porque no se puede entender". Se
puede decir al menos que, "la imitación de su estilo por otros
Lacanianos" ha resultado en "una tradición obscurantista y
antisistemática en la literatura lacaniana".15
La literatura psicoterapéutica en amplitud
tiene poco o nada que decir acerca de la efectividad del psicoanálisis
lacaniano.16 Aunque tiene importante influencia en el psicoanálisis en Francia
y partes de Latinoamérica, la influencia de Lacan en la psicología clínica en
el mundo angloparlante es desdeñable, donde sus ideas son mejor conocidas en el
mundo de las artes y las humanidades.17
Una excepción notable son los trabajos de
la doctora Annie G. Rogers, A Shining Affliction y The Unsayable: The Hidden
Language of Trauma, los cuales le dan crédito a la teoría lacaniana por
insights terapéuticos en el tratamiento exitoso de mujeres jóvenes abusadas.18
CRÍTICAS
Ciencias exactas y naturales
La ciencia cognitiva critica a Lacan por
haber retomado ideas de Sigmund Freud previamente falsadas por la investigación
experimental 19 y por reinterpretarlas a partir de las teorías de la
lingüística de Saussure, que también habían sido falsadas con anterioridad por
la lingüística moderna20 (ver Noam Chomsky).
Willy Apollon y Richard Feldstein señalan a
este respecto el hecho de que cuando Lacan dio una plática en la universidad
donde enseñaba Chomsky, contestó una pregunta que le hizo Chomsky acerca del
pensamiento diciéndole:
Pensamos que pensamos con nuestros
cerebros, pero personalmente yo pienso con mis pies. Esa es la única manera por
la que puedo entrar en contacto con algo sólido. En ocasiones pienso con mi
cabeza, como cuando choco con algo. Pero he visto suficientes encefalogramas
para saber que no hay indicios de pensamiento en el cerebro21
El propio Noam Chomsky declaró:
En el caso de Lacan, por ejemplo –y aunque
va a sonar mal- tengo la sincera impresión de que era un charlatán deliberado y
de que solo trataba de jugar con la comunidad intelectual parisina para ver
cuántos disparates podía decir sin que dejaran de tomarle en serio. Digo esto
en un sentido bastante literal. Lo conocí personalmente.22
Alan Sokal y Jean Bricmont en su trabajo
sobre filosofía de la ciencia Fashionable Non-sense (traducido al castellano
como Imposturas intelectuales) califican la obra de Lacan como pseudocientífica
por usar el lenguaje matemático en su teoría del psicoanálisis de forma
incorrecta y totalmente fuera de contexto para aparentar carácter científico.
Estos autores muestran, citándolo, que Lacan confundía los números imaginarios
con los irracionales:
Entre las referencias matemáticas,
citaremos, a modo de ejemplo, este extracto de un seminario celebrado en 1959:
“«Si me permitís utilizar una de esas
fórmulas que se me ocurren cuando escribo mis notas, la vida humana se podría
definir como un cálculo en el que el cero sería irracional. Esta fórmula no es
más que una imagen, una metáfora matemática. Cuando digo “irracional”, no me
refiero a cualquier estado emocional insondable, sino precisamente a lo que se
denomina un número imaginario. La raíz cuadrada de menos uno no se corresponde
con nada que esté sometido a nuestra intuición, con nada real –en el sentido
matemático del término- y, no obstante, se debe conservar con toda su
función».23
En esta cita, Lacan confunde los números
irracionales con los números imaginarios, aunque pretende ser “preciso”. En
realidad, ambos tipos de números no tienen nada que ver entre sí. Subrayemos
que el significado matemático de los términos “irracional” e “imaginario” no
tiene nada que ver con su significado ordinario o filosófico (...)
No se puede negar que este autor tiene una
vaga idea de la matemática a que alude. Pero solo eso: vaga y poco más. (…) Por
último, en cuanto se refiere a la ostentación de una erudición superficial y a
la manipulación de frases carentes de sentido, creemos que los textos que hemos
analizado anteriormente hablan sin duda por sí mismos. (…) El aspecto más
asombroso de Lacan y de sus discípulos es, sin duda, la actitud que mantienen respecto
a la ciencia, privilegiando al extremo la “teoría” (es decir, en realidad, el
formalismo y los juegos de palabras) en detrimento de la observación y de la
experiencia (…) Los defensores de Lacan tienden a responder a estas críticas
con una estrategia que podríamos llamar de “ni/ni”: esos escritos no se deben
valorar ni como científicos, ni como filosóficos, ni como poéticos, ni… Es,
pues, legítimo preguntarse si no estamos, al fin y al cabo, en presencia de una
nueva religión.”24
Psicología
Dentro del campo de la psicología, Lacan ha
sido criticado desde distintas corrientes teóricas por haber formado una
especie de culto a la personalidad entre sus discípulos. Así, el psicólogo
Dylan Evans señala:
Los discípulos de Lacan simplemente asumen
como verdad cualquier frase que “el maestro” diga, importa comprender ¿Qué
quiso decir el maestro con esa frase? Pero jamás está en cuestión ¿Estaba él en
lo correcto? Sus textos son como escritura santa. ¿Por qué parecía Lacan
incriticable? ¿Era esto una mera proyección de sus discípulos? ¿Acaso ellos lo
situaban en el lugar de sujeto supuesto saber, el lugar en que el paciente
sitúa ilusoriamente al analista? Entonces ¿consistía la curación en poder ver
que Lacan no poseía mayor saber que el de cualquier persona o que poseía,
probablemente, menos?
Véase Críticas de Evans a Lacan25
Otra crítica que se le ha hecho es que su
teoría sería un conjunto de abstracciones, que estarían situadas fuera de la
historia y del mundo real. Así, el psicoanalista francés Michel Tort sostiene
que: “Para mí de un lado está el psicoanálisis y del otro los lacanianos. Las
ideas de Lacan están fuera de la historia, son ocurrencias, no tienen la
rigurosidad necesaria, ni han sido corroboradas. Lacan es una secta.”26
Y el psicólogo comunitario argentino
Alfredo Moffatt dice:
Si ahora analizamos qué proceso histórico
tuvo la psicoterapia en la Argentina, vemos que el psicoanálisis, es sinónimo
de psicoterapia. Ser psicólogo es ser psicoanalista. La tarea de la cura debe
ser individual, negando el cuerpo y analizando el pasado infantil. También se
exige un paciente con capacidad simbolizante. Vemos que es un instrumento solo
para las clases sociales media y alta. Ni aún durante las luchas populares de
los sesenta y setenta, la psicoterapia se abrió a una concepción comunitaria,
con técnicas grupales donde se pudiera incorporar el cuerpo y la emoción, para
generar proyectos de acción (…) Luego sucede algo sorprendente, cuando la
crisis social genera la discontinuidad de las historias de vida y aparece el
síndrome de despersonalización como esquizofrenización de la cultura, los
profesionales de la salud mental, en vez de abrir los consultorios a la
problemática de la violencia, la droga, las crisis, hacen el camino inverso y
se terminan de encerrar en los consultorios, con terapias cada vez más
ortodoxas. Acá es donde importamos a Jacques Lacan y su teoría, donde la
complejidad del lenguaje llega a ser totalmente hermética, donde se analiza
solo el discurso del paciente y se les termina por traspapelar la persona en su
humanidad sufriente. Pensamos que esta evitación de la realidad, de la escuela
lacaniana, que domina actualmente el campo de la psicoterapia, fue funcional en
nuestro país por su capacidad de negar lo que sucedía. Durante la dictadura
militar, contaminarse con lo real era muy peligroso, un paciente militante
“quemaba”.
Moffatt, A. (2007) Terapia de crisis.
Buenos Aires: A. Moffatt.
Se ha criticado también a Lacan por sus
propias afirmaciones sobre el psicoanálisis, ya que el 26 de febrero de 1977,
en una conferencia que dictó en Bruselas y fue publicada por Le Nouvel
Observateur, Lacan dijo: “Nuestra práctica es una estafa, fanfarronear, hacer
pestañear a la gente, deslumbrarla con palabras rebuscadas, es lo que
habitualmente llamamos “rebuscado”. (…) Desde el punto de vista ético, es
insostenible nuestra profesión; es por eso que me enferma, porque tengo un
superyó como todo el mundo.”27
Estructuralismo y post
estructuralismo
Aunque Lacan es considerado con frecuencia
parte del campo posmoderno, dentro del mismo ha encontrado también
cuestionamiento: Michel Foucault, Félix Guattari, Gilles Deleuze y Jacques
Derrida.
Este último (considerado una estrella
posmoderna aunque él mismo no se asociaba con el término) elaboró una crítica
concienzuda de los escritos analíticos de Lacan, desarmando su aproximación
estructuralista al psicoanálisis. En particular, Derrida critica la teoría
lacaniana por el falocentrismo heredado de Freud, ejemplificado primordialmente
en su concepción del falo como el 'significante primario' que determina el
orden social de los significantes. Derrida sostiene que, si todos los
significantes se definen solo por su diferencia respecto de otros
significantes, no es posible que exista un significante privilegiado, estatus
que Lacan le otorga al falo. Para Derrida el falo, tal como Lacan lo
conceptualiza, es un significante trascendental, pese a las afirmaciones de no
trascendentalismo de Lacan. Se puede decir que gran parte de la crítica de
Derrida a Lacan lo es en realidad de los elementos freudianos presentes en su
obra; por ejemplo, Derrida deconstruye la concepción freudiana de la 'envidia
del pene', de la que se desprende la subjetividad femenina, para mostrar que la
primacía del falo masculino implica una jerarquía entre la presencia y la
ausencia fálica que en última instancia se colapsa en sí misma.
En su libro Anti Edipo. Capitalismo Y
Esquizofrenia, Gilles Deleuze y Félix Guattari, que se reconocen como herederos
intelectuales del psicoanálisis, al mismo tiempo critican a Lacan y a Freud por
su reducción del inconsciente y del deseo a la teoría Edípica que, para ellos,
es familiarista y burguesa, y soslaya los determinantes socio-históricos y
materiales del deseo. Para Deleuze, un proyecto político no puede estar basado
en nociones derivadas del sujeto, pues en tal caso resultaría fútil. Basándose
en la filosofía de Spinoza, Deleuze es partidario de un materialismo de la
inmanencia que rechaza el recurso a la trascendencia, a las estructuras y al
sujeto como vestigios de pensamiento teológico. Sostiene Deleuze:
Lo que nosotros llamamos idealismo en el
psicoanálisis es todo un sistema de proyecciones y reducciones propias de la
teoría y de la práctica del análisis (…) No establecemos diferencia alguna
entre las variaciones imaginarias de Edipo y la constante estructural, puesto
que se trata en ambos extremos del mismo atolladero, del mismo avasallamiento
de las máquinas deseantes (…) Una psiquiatría materialista es aquella que
introduce la producción en el deseo y viceversa, la que introduce al deseo en
la producción (...) Atacamos al psicoanálisis en los siguientes puntos (que
conciernen tanto a su teoría como a su práctica): su culto a Edipo, su
reducción de la libido a catexis familiaristas, incluso bajo las formas
encubiertas y generalizadas del estructuralismo o del simbolismo (…) La unidad
de nuestro libro consiste en que entendemos que las insuficiencias del
psicoanálisis, así como su ignorancia del fondo esquizofrénico, están
vinculadas a su profunda pertenencia a la sociedad capitalista. El
psicoanálisis es como el capitalismo: la esquizofrenia es su límite.
Deleuze, G.; Guattari, F. (1972).
«Entrevista con Catherine Backes-Clément». L'Arc (49).
En Historia de la Sexualidad. La voluntad
de saber, Michel Foucault critica a Lacan y al psicoanálisis por formar parte
del dispositivo normativo moderno de la subjetividad, que concibe a la
sexualidad como la verdad última y establece una ética universal de la
sublimación de las pulsiones y del conocimiento de sí, en desmedro del hacerse
cargo de sí mismo. Foucault señala que el psicoanálisis es una versión moderna
de la confesión pastoral, y opone a la ética psicoanalítica una concepción
histórica y no esencialista del sujeto en la que no hay una construcción
normativa de la sexualidad ni de la subjetivación.
Feminismo y post-feminismo
Sin embargo, se puede decir que Lacan
mantenía una relación complicada con el feminismo y el post-feminismo en cuanto
que, aun cuando es criticado por heredar de Freud una supuesta posición
falocéntrica en sus teorías psicoanalíticas, también se considera que presentó
un retrato cabal de los prejuicios de género en la sociedad.
Lacan utiliza una controvertida frase;
"La mujer no existe" (tachando la palabra La). Esta formulación en
Lacan apunta al derrumbe de la mítica concepción cultural de la mujer como
entregadora de goce. Jacqueline Rose, feminista y lacaniana, nos dice que
"La mujer" como categoría absoluta y garantizadora de fantasías es
falsa.
Así como Rose, existen representantes
cercanas al psicoanálisis lacaniano (Kristeva, Irigaray) que sostienen
afirmaciones similares, no obstante, realizan gestos para derrocar los sistemas
falocéntricos, en este sentido no se trata de negar lo lacaniano o acusarle de
misógino, sino en pensar lo femenino desde otro lugar.