PENSANDO
SOBRE LAS EMOCIONES BÁSICAS
(Las notas al pie, que son muy importantes, figuran, todas juntas y numeradas, al final del trabajo)
Estas meditaciones sobre un tema tan extenso y
sensible están restringidas a un análisis del lugar de las emociones en lo que
podríamos llamar la estructura y el funcionamiento básicos de las personas.
Visto así, están descartadas las variadas definiciones
y descripciones nosográficas sobre ellas, que ya figuran detalladamente en los
manuales de diagnóstico de uso sobre el tema.
Pero, desde el título se presentan problemas de fondo que
merecen ser analizados. Por ejemplo: ¿A qué me refiero cuando digo emociones? ¿Y cuando digo básicas?
Antes de abordar un planteo teórico
sobre el tema, voy a exponer tres brevísimas viñetas clínicas que me serán
útiles para la explicación posterior:
·
Juan Pablo de seis años ha tenido un
encontronazo con su hermanito Miguel de tres años a propósito de una disputa
por juguetes que terminó a los golpes donde Miguel llevó la peor parte. Claro
que Miguel se había apropiado del juguete preferido de Juan Pablo.
·
Soy requerido por el servicio de
emergencia para asistir a María Luisa, adolescente de 15 años internada por
ingerir elevadas cantidades de benzodiazepinas en intento de autoeliminación.
Cuando ha despertado y, aún algo confusa, logra relatarme su intenso dolor
psíquico, consecuencia de pérdidas de todo tipo, que se acentúa con la última
pérdida (su pareja) lo que la conduce a una desgarradora vivencia de abandono y
soledad.
·
Berta y Luis están festejando con
gran alegría, diríase más bien que con júbilo desbordante (y quizás hasta
excesivo) el nacimiento de su primer nieto. Podríamos entender ese exceso por
las negras preocupaciones que padecieron durante todo este primer embarazo de
su única hija pues hubo muchas horas de zozobra a propósito de varios sangrados
por placenta previa (con riesgo vital para madre e hijo) que culminaron en
cesárea.
En cualquiera de estos ejemplos
detectamos dos planos muy diferentes pero complementarios e interactuantes que
nos ayudarán a profundizar en la comprensión del material presentado.
Por un lado, están las EMOCIONES
presentes y nítidas en todos los casos:
·
Juan
Pablo exhibe su agresividad por las vivencias de rivalidad y celos despertadas
por el accionar de Miguel que, a su vez, agrede mediante la apropiación de un
objeto envidiado.
·
María
Luisa está, sin lugar a dudas, claramente deprimida, depresión teñida por
sentimientos de abandono y soledad.
·
En el caso de Berta y Luis visualizamos dos
secuencias de emociones: ansiedad y depresión durante el embarazo de su hija
por los graves peligros de pérdida y luego, el desborde de humor expansivo. Este
desborde se ve habitualmente como respuesta compensadora posterior al vivo
sufrimiento que producen la intensa ansiedad, la honda depresión y sus habituales
combinaciones.
Pero las cosas no son tan sencillas.
Hay mucho más que emociones en estas viñetas mínimas. Previamente señalemos
que, con los datos que contamos, no podemos decir que haya diagnósticos
avalados por el DSM5 detrás de estos personajes. Incluso podríamos suponer que
todos ellos (incluso María Luisa) son seres sensiblemente normales. Pero eso no
quita que haya estructuras entretejidas con las emociones y que son, a nuestra
opinión, las que realmente nos explican muchas cosas.
¿A qué estructuras nos referimos? Esencialmente
a dos que, además, están inextricablemente unidas. Son estructuras que
permanentemente debemos estar cuidando, cambiando, sosteniendo, renovando. Nos
referimos a nuestra IDENTIDAD como personas humanas y a nuestros VÍNCULOS como
especie parlante cuyos miembros están en permanente y compleja interacción.
En el caso de Juan Pablo y Miguel es
patente la lucha de ambos por ocupar un lugar de destaque dentro de la
estructura familiar. Eliminar al molesto rival que vino a desplazarlo en la red
de afectos familiares es el objetivo de Juan Pablo y no otra cosa significa la
defensa de la propiedad del juguete. Es a partir de esta situación que se desarrollarán
su ira y sus celos. Por otra parte, Miguel está en el apogeo de la etapa de la
omnipotencia infantil por lo que ocupar el lugar de su hermano mayor y
apropiarse de sus simbólicos objetos preferidos viene a ser lo mismo que ocupar
el lugar del padre y querer casarse con la madre (en una interpretación alterna
de lo que observó Freud). Miguel desarrolla así una agresividad del tipo de un
ejército invasor a la conquista de nuevos territorios.
A María Luisa se le iba la vida
(literalmente) con el tema de ser querida. Pero esta imperiosa necesidad de
sentirse aceptada por sus vínculos próximos repercute directamente en su
autoestima porque si no es querida ¿cuánto vale ella como persona? Es esa
visión desoladora de sí misma y de sus seres queridos que le produce un
sufrimiento insoportable y la conduce a organizar su muerte como el único
paliativo que encuentra.
En Berta y Luis es patente la dependencia de sus emociones de
los avatares de sus vínculos familiares: el horror ante la pérdida de sus
propiedades más valiosas - hija y nieto – y el enorme alivio cuando termina
resolviéndose favorablemente esa circunstancia. Acá está bajo amenaza toda una
estructura familiar donde se entrelazan vínculos e identidades. Esta trama es
la que define la situación y la vida emocional aparece como consecuencia de
ella.
Señalada la existencia de estos dos planos entrelazados, podemos
intentar un análisis por separado del plano de las emociones dejando a un lado el
de las identidades y los vínculos.
1.
EMOCIONES.
La etimología de emoción al igual que la de motivación
nos remite a algo que nos mueve.
En ese sentido viene a ser un estímulo (estímulo viene de aguijón, acicate que,
por supuesto, mueve). Pero es un estímulo que no proviene del exterior sino del
interior del propio individuo.
Las emociones abarcan numerosos
conceptos usados para lo que se siente
o se vivencia: miedo, tristeza,
nostalgia, ira, alegría, sorpresa, asco, vergüenza, culpa, odio, amor, ternura,
envidia, celos, gratitud, reparación, dignidad, venganza, irritación, maldad,
retaliación, apetito, placer, ansia, deseo, avidez, dolor, soledad, entusiasmo,
abandono… y me quedan muchas en el tintero.
Si agrupamos todas ellas en la misma bolsa podemos hablar del
lado emocional de las personas
oponiéndolo al lado racional, es
decir, pensamiento, conocimiento, razonamiento, meditación, planteo,
planificación, organización, formalización, etc.… (Sirva de ejemplo de lo
racional, esta misma actividad que cumplo
al escribir y que cumple el lector al leerme).
Planteadas así las cosas parecería querer decir que esta
división en dos grupos se corresponde con la clásica división del sistema
nervioso en una vertiente de sensibilidad (sensitiva, un input) y otra de acción (motora, un output). Y ¿por qué no?, la emoción siente y es a partir de ese estímulo, ese sentimiento, que se actúa,
se ejecuta, sea con acción directa o con pensamiento, razón, etc...
Los seres humanos, a diferencia de sus antecesores mamíferos
en la filogenia, se comportan a menudo (no siempre, por supuesto) de una manera
diferente frente a las emociones pues pueden interponer entre el SENTIMIENTO y la
ACCIÓN a la RAZÓN.
Dirá el lector que es muy burda esta división entre razón y
sentimiento, pero, sin embargo, es la que ha guiado al pensamiento humano en la
literatura y la ciencia desde tiempos muy antiguos y parece que no podemos
desprendernos fácilmente de ella.
No otra cosa hace la ciencia “psi” cuando nos habla de un desarrollo cognitivo diferente a un desarrollo emocional. El desarrollo
cognitivo es más claro y ha sido extensamente estudiado por la escuela de Piaget
y otros importantes autores (como Jerome Bruner y su escuela).
Pero el llamado desarrollo emocional, a decir verdad, verlo como
“desarrollo” es oscuro. El razonamiento a seguir es muy simple: si se afirma
que las emociones son “estímulos” provenientes del “interior” del individuo (y
que lo motivan - “mueven”- de variadas maneras) no puede sostenerse que un
estímulo (o un conjunto de ellos) se “desarrolle”. O APARECE (intenso o débil,
puro o mezclado) o NO APARECE.
¿De dónde surge, entonces, la idea tan arraigada de que las
emociones “se desarrollan”? Pensamos que quizás es debido al hecho de que el
fenómeno emocional es muy complejo y sólo excepcionalmente se pueden observar
emociones “puras”. En realidad, la “pureza” emocional es una abstracción imprescindible
que usamos para poder avanzar en el análisis de un complicado fenómeno como
éste. Y si ya es muy enmarañado en el análisis de las emociones básicas (que,
como veremos más adelante, son sólo cuatro) imaginemos cuánto lo es si
consideramos las emociones complejas como el amor, la ternura, el odio, la
culpa, los celos, la envidia, etc., etc.
Al buscar desarrollo
emocional en la bibliografía encontramos referencias extensas en muchos textos,
pero, si los leemos atentamente, en todos ellos se mencionan las emociones (las
básicas y, sobre todo, las complejas), pero no su desarrollo, sino el desarrollo
en el transcurrir de la vida de los dos aspectos fundamentales e íntimamente
conectados que ya hemos señalado: los vínculos
interhumanos y la identidad personal.
Por supuesto que este desarrollo vincular e identitario se acompaña de variadas
emociones, pero éstas también acompañan al desarrollo intelectual y a toda
actividad humana en general.
Insistimos, pues en la idea de dejar de hablar de desarrollo emocional y referirnos
entonces al desarrollo identitario y vincular
en el curso de la vida, ciertamente distinto del desarrollo cognitivo, pero con él fuertemente relacionado.
****************
Pero inmediatamente nos surge otra dificultad: cuando
afirmamos que las emociones provienen del interior
tenemos que precisar de cuál interior hablamos: ¿del interior del cuerpo? ¿de
la mente? ¿del alma? ¿de la psique? Este problema oscuro nos obliga a meditar
sobre la definición de conceptos que damos por sabidos, pero, si bien vemos con
bastante claridad qué es el cuerpo o soma, la cosa se complica si queremos
precisar qué es la mente o el alma o la psique.[1]
Parecería,
pues, que debemos decidir entre dos posiciones:
- o las emociones se
originan en la psiquis y se expresan luego en el cuerpo
- o las emociones se
originan en el cuerpo y se expresan luego en la psiquis
Este
es un antiguo dilema que planteaba William James[2]:
no lloramos porque estamos tristes sino
estamos tristes porque lloramos en contraposición con la opinión general
que adopta la formulación inversa.
Pues bien, no adoptaremos ninguna de las dos sino una tercera:
Las emociones se expresan SIMULTÁNEAMENTE[3]
en el soma y en el campo de la conciencia. Este campo forma
una unidad junto al sistema emocional neurológico (sistema límbico y amígdala)
y al eje hipotalámico-hipofisario con su expresión neuroendócrina (bien visible
a través de las manifestaciones del sistema neurovegetativo y menos visible a
través de la hipófisis y su constelación glandular endócrina). Por supuesto, no
voy a enumerar las manifestaciones somáticas de las emociones básicas pues
están sobradamente expuestas en las monografías sobre ansiedad y depresión ya
mencionadas.
Pero, el campo de la conciencia ¿pertenece al cuerpo o es
parte de la mente?
Aquí apelo a la buena voluntad del lector para que se anime a
romper con una división clásica MENTE/CUERPO y ensaye una división tripartita.
Esta división no se refiere a compartimientos estancos y claramente definidos
pues, si así fuera, estarían descriptos desde mucho tiempo atrás. Por lo
contrario, su gran superposición y entrelazamiento ha llevado a que permanezcan
ocultos hasta ahora. Esta es la razón por la que proponemos al lector que
suspenda su juicio adverso a esta nueva división que vamos a plantearle. Esta
nueva división puede chocar con todo lo que haya aprendido sobre el tema hasta
el momento, pero le pedimos que analice la nueva propuesta y considere si le
puede (o no) ser útil.
Ésta sería la nueva división tripartita:
SOMA + PSIQUIS (lato
sensu) // PSIQUIS (stricto sensu)
Antes de pasar a la explicación de esta división es necesario
aclarar que la palabra psiquis está
equiparada aquí a la palabra mente,
así como soma y cuerpo son sinónimos.[4]
Empecemos por definir a la PSIQUIS lato sensu, o sea, en sentido amplio: nos referimos a la
sensibilidad y la motilidad (en su representación cortical), al pensamiento
(como organizador del sensorio y de la motricidad) y al campo de la conciencia que
es el escenario donde se desarrollan tanto los estímulos (sensoriales y
emocionales) como el pensamiento y la planificación de acciones, como la
memoria evocativa o procedural y la atención.
Todos estos elementos, a los que se les llama psíquicos, no
son exclusivos de la especie humana, sino que pertenecen a muchísimas especies.
Teniendo en cuenta el enorme desarrollo actual de la etología
nadie puede dudar de la existencia en dichas especies de, por ejemplo, estos
dos elementos:
- el pensamiento (no bajo la forma de
lenguaje o razonamiento lógico, por supuesto), fácilmente observable en la
complejidad de las acciones que planifican y ejecutan estos seres.
- las emociones (tanto las básicas como otras
más complejas), también fácilmente observables en sus manifestaciones somáticas
y conductuales.
Además, podemos conocer estas emociones por analogía con
nuestros propios sentimientos. ¿Acaso no captamos fácilmente lo que siente nuestra
mascota preferida? ¿si está triste o alegre? ¿o enojada o asustada? ¿si nos ama
o si odia o cela a un extraño? Ya Freud nos enseñó eso: por analogía conocemos
lo que sienten nuestros semejantes; es imposible conocer directamente lo que vivencia
el cerebro del otro.[5]
Pues bien, si los humanos compartimos con innúmeras especies [6]
estas características de la PSIQUIS lato
sensu, o sea, en sentido amplio ¿a qué nos referimos al decir PSIQUIS stricto sensu, o sea, en sentido
estricto?
Aquí aparece el
desafío de ruptura: nos referimos a características de la especie humana que,
por ahora, NO comparte con otros seres vivos (sobre el planeta Tierra).
Estas características toman origen en la aparición, en la
filogenia, de una nueva y notable función que produce un SALTO ESTRUCTURAL de
tal tamaño que podemos asimilarlo al salto de lo mineral a lo orgánico, o sea,
al origen de la vida. Nos referimos a la FUNCIÓN SEMIÓTICA (llamada
habitualmente función simbólica) cuyo rasgo fundamental es la CAPACIDAD DE
OPERAR EN AUSENCIA DE LA COSA REFERIDA, tanto para pensar como para comunicarse
con otros[7].
Como decíamos, esta función dará origen a características
propias humanas que enumeramos sin detallar porque desbordan nuestro tema:
ü tener conciencia de sí y del otro
ü adquirir una identidad reconocida por
sí mismo y por los demás
ü incluirse en una red de vínculos
interhumanos con papeles definidos (como lo son: la red pronominal, las
relaciones de parentesco, los grupos de pertenencia, etc.)
ü ingresar en un mundo parlante que
significa:
- el acceso a la comunicación sincrónica de
las lenguas y otros códigos semióticos
- el acceso al mundo del pensamiento abstracto
y de las relaciones lógicas
- la entrada en la vertiente diacrónica de la
cultura (representando ésta, la otra gran corriente hereditaria que el humano
recibe, por fuera de su programación genética).
Por supuesto que esta psiquis stricto sensu está incluida dentro de la psiquis lato sensu, pero no distinguirla del
conjunto da origen a interminables confusiones. Por ejemplo y tomando el planteo de William
James expuesto en la nota 2 : YO estoy triste
porque lloro y no lloro porque estoy triste: la tristeza y el llanto, como
dicen Canon y Bard (nota 3), son simultáneos y no sucesivos pero, atendiendo a
la división tripartita que señalamos, ¿dónde están? ¿están en ese YO (o sus
sinónimos)[8] o están en el SOMA y el campo de conciencia?
En una aproximación clásica al tema por supuesto que la tristeza y el llanto
son parte de ese YO porque el cuerpo y los sentimientos forman una sólida
unidad con la persona. Pero lo que, justamente, proponemos es separar esa
sólida unidad en sus partes para entender mejor el fenómeno.
Como a menudo sucede, los literatos se anticipan a la ciencia
“psi” para dar cuenta de sutiles y profundos procesos psicológicos. Veamos dos
ejemplos:
o
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
Y a veces lloro sin querer… [9]
Aquí el poeta expresa claramente que
no puede manejar el llanto ni la tristeza que lo acompaña. Siente que le
pertenece y, al mismo tiempo, que no le pertenece.
Esa cualidad de nuestro cuerpo, tan
nuestro y tan ajeno está magistralmente expresada en el fragmento que ahora
transcribimos:
Qué
difícil es siempre la relación con nuestro organismo. Somos nuestro cuerpo,
pero no podemos evitar la sensación de ajenidad, de extrañeza, de rehenes de la
carne. En algunos casos patológicos, como cuentan los neurólogos Oliver Sacks o
Ramachandran en sus fascinantes libros, las personas no son capaces de
reconocer sus brazos, sus piernas, su rostro. Y llegan a mutilarse. Pero no
hace falta estar enfermo para sentir esa lejanía con lo físico: de ahí que el
ser humano haya inventado el alma. La idea de que somos espíritus atrapados
dentro de una envoltura carnal es tan poderosa, tan persuasiva, que tiendes a
pensar así, aunque no seas creyente. Llevamos milenios de antagonismo entre lo
que entendemos por alma y esa supuesta envoltura física. Milenios de autocastigos
y disciplinas, de cilicios y flagelaciones, de ayunos y bulimias y anorexias,
de intervenciones estéticas salvajes, desde los pies deformados de las chinas a
las brutales cirugías de Michael Jackson.
Ese cuerpo
tirano que nos humilla, un cuerpo que no hemos escogido y con el que tenemos
que pechar toda la vida, el cuerpo que nos enferma y que acaba por matarnos,
ese maldito cuerpo traidor que de repente se queda cojo, y se terminaron para
siempre las montañas; o que hace crecer insidiosamente, en el laborioso
silencio de las células, un tumor maligno que te va a torturar antes de
asesinarte.[10]
************************
Si ahora pasamos a representar con cierto volumen la división
tripartita mencionada, quizás podremos visualizar las emociones en el lugar que
ocupan en el aparato psíquico.[11]
Para
ello iremos exponiendo, paso a paso, el esquema de otra tópica (o mapa de la
psiquis ) que es
una alternativa diferente a las tópicas
psíquicas hasta ahora conocidas (por lo menos las conocidas por nosotros), lo
que podría ser útil para aclarar en algo las confusiones e imprecisiones que la
cultura arrastra desde siempre sobre la DEFINICIÓN de la PSIQUIS.
En este primer paso vemos al MUNDO EXTERNO; se refiere, en su conjunto, al medio en el que nos ha tocado vivir: desde el planeta a la familia, desde la ancestral herencia filogénica a la milenaria herencia cultural humana. Con ese mundo interactuamos de continuo, nos modifica y lo modificamos. Esa doble tensión de herencias que nos condiciona está colocada en el esquema en los óvalos de ambos extremos: NATURA y CULTURA.
En este segundo paso está graficada la forma que se usa habitualmente para referirse a la división soma/psiquis (alma/cuerpo o sinónimos, pero siempre bipartita). El campo de conciencia allí representado es la forma corriente de referirse a lo psíquico (psiquis lato sensu como ya la describimos) tanto para los humanos como para el resto de las especies. (cuando avancemos en la descripción de estos esquemas aclararemos mejor este tema de la conciencia). Siguiendo a los autores mencionados en la nota 6, si consideramos sólo esta división en nosotros los humanos prefiero llamarla nuestro lado etológico.
El esquema nos muestra, además, a las
emociones representadas en tres lugares:
ü en el campo de la conciencia,
ü en el
sistema nervioso central (sistema límbico, etc.)
En este tercer paso se completa la división tripartita a la que nos referíamos antes con la aparición de la psiquis stricto sensu exclusiva humana.
Las emociones
(como lo indica la flecha) → son registradas por ella, pero este doble destino
del registro de dichas emociones (campo de la conciencia y psiquis estricta),
traerá un cambio fundamental.
En
el caso de otras especies este segundo registro no existe porque no existe en
ellas esa estructura. Si una emoción se les
presenta, desencadenará respuestas ya preestablecidas en una cadena inamovible
de acciones o inhibiciones, aunque las respuestas varíen de un individuo a
otro. Así son las leyes biológicas. Se cumplen sí o sí.
Bien
sabemos que esto no ocurre en el nivel humano.
Veamos
algún ejemplo estrictamente humano para destacar nuestras diferencias con otras
especies:
Soy un ludópata empedernido. Ahora
estoy jugando en una mesa de póker donde las apuestas están siendo enormes.
Tengo dos ases. Pido tres cartas. ¡Me llegan los otros dos ases!! ¡Póker de
ases! ¡Puedo doblar la apuesta! ¡Puedo ganar una fortuna!! ¡Enorme sorpresa!
¡Enorme alegría! ¡Enorme riesgo! Todo eso lo pienso en décimas de segundo, pero
freno toda emoción para que no me traicionen ni los gestos, ni siquiera un leve
relámpago de luz en mis ojos. Cara de póker…
Esta
persona puede darse el lujo de esconder sus emociones para su conveniencia.
Por
muchísimos motivos y en relación con los avatares de los vínculos, las personas
pueden, no sólo dar curso libre a la expresión de sus emociones (con el
desencadenamiento de las acciones conexas) al modo de las otras especies, sino
suprimirlas, disimularlas, ocultarlas, exagerarlas, remedarlas, modificando así
las acciones que podrían haber generado en sí mismas y/o en los otros.
Esta
capacidad nos hace muy diferentes y nos permite convertirnos en seres
maravillosos o terribles, abnegados o miserables, según los parámetros de las LEYES
(normas, cánones, costumbres) que nos organizan como especie.
Destacamos así que estas LEYES HUMANAS marcan
ese SALTO ESTRUCTURAL señalado destacadamente
en el esquema pues, a diferencia de las biológicas, no se cumplen sí o sí, sino
que pueden cumplirse o incumplirse.
Pero
esta capacidad diferente sólo puede ser ejercida a través de la función
simbólica (mejor: semiótica) que es
dominio exclusivo de la psiquis stricto
sensu. Es esta función la que nos
permite, según el caso, PENSAR en ausencia de la cosa, en este caso de
la emoción, y decidir qué hacemos con ella.
Emergen
así dos cualidades estrictamente humanas:
Ø el LIBRE ALBEDRÍO: podemos decidir, es decir que no estamos
sometidos exclusivamente a leyes fijas biológicas del comportamiento (como en
las demás especies) y una fracción importante de nuestras conductas puede
escapar a la rigidez de esas leyes
Ø la MORAL: que sólo puede llevarse a cabo si
está presente el libre albedrío. Se generan así las LEYES que rigen nuestra
condición humana, sean escritas o verbales, sean explícitas o implícitas, y
siempre que son formuladas lo hacen en términos de la función semiótica. Además,
como pueden incumplirse, deben ser sancionados los incumplidores, o sea
que ellos son imputables (cuando lo son), tanto por la justicia humana como por
la “divina”. ¡Cuánto nos
aleja esto del resto del mundo mamífero!
Todo
esto viene a dar origen nada menos que a la noción freudiana de SUPERYO que es
una estructura exclusiva humana de control de la conducta que todo el mundo acepta,
aunque con distintos nombres (conciencia moral, moralidad, vergüenza, integridad,
ética, dignidad, deontología, etc.)[12]
*****
Además
de las características mencionadas de la psiquis estricta (su exclusiva función
semiótica, las leyes culturales diferentes de las biológicas y el consecuente
salto estructural que se produce) aparecen más elementos en el esquema, que es
necesario aclarar:
a)
la identidad
Como indicamos en la nota 8 decir identidad es decir lo mismo que psiquis stricto sensu o decir persona, o… etc., pero es importante
señalar que esta nueva estructura, surgida de la evolución de las especies, no
se desarrolla por programa genético ya establecido, (como lo hacen tantas
funciones). Necesita imprescindiblemente de la presencia del semejante, de un
medio parlante y del acervo cultural del medio ambiente. Esto es lo que quieren
significar los óvalos de los otros y grupos de pertenencia que penetran en la
psiquis estricta para darle forma.
Para abundar algo
sobre el tema de la identidad, agregamos el siguiente esquema:
Las
características de esta identidad humana
(distinta de una mera identidad biológica que se puede atribuir a cualquier ser
vivo) están señaladas en el texto de este último esquema. Surge de una interacción entre la persona y el mundo
humano (es esa misma interacción estructurada), trasciende a la persona (no emerge de ella sino la atraviesa) y es
móvil y cambiante (tiene un núcleo más
o menos estable pero una periferia en permanente cambio).
b)
las tópicas


Con el pequeño círculo dentro de la psiquis stricto
sensu del esquema de la tópica tripartita, aludimos a los numerosos mapas
(tópicas) del aparato psíquico que ha desarrollado la ciencia psi a lo largo de su historia. Nosotros
conocemos especialmente las tópicas de la corriente psicoanalítica y de ellas
podemos afirmar que están todas enteramente diseñadas para operar dentro de la
psiquis stricto sensu. ¿Por qué
afirmo esto? Pues por la sencilla razón que, para que esos aparatos psíquicos
operen, necesitan de modo imprescindible de la función semiótica (que es una
propiedad exclusiva de la psiquis estricta). Necesitan de la palabra o sus
sucedáneos, o sea, de la operación en ausencia de la cosa.
Y, como ejemplo
de estas tópicas, adjunto un diseño elaborado a partir de los textos de S.
Freud, que sintetiza lo que él llamó primera
tópica y que, en su parte más inferior, resume lo que más adelante llamará
SUPERYO:
Pero
Freud no logró definir lo psíquico en dos campos (lato y stricto), como lo
pretende la tópica que presentamos, así como tampoco llegó a escribir el
trabajo que prometió sobre la conciencia, que no apareció ni en los escritos póstumos.
Fue necesario que, con el aporte de investigadores posteriores, se sedimentara una
versión más compleja del aparato psíquico. Este aparato pasará a tomar la forma
que presentamos en el esquema inicial y esto nos permitirá explicitar los nuevos
lugares que ocupará esa “función” que tipificamos como CONCIENCIA:
c)
pantallas de la conciencia
Ante todo,
quiero señalar que, si me dedico a detallar el tema de la conciencia, es porque
las emociones básicas se van a expresar en ese campo y simultáneamente en el
soma, tal como lo establecimos anteriormente: lloro y estoy triste (al mismo tiempo).
Por otra parte, si nos ponemos a buscar, en la
literatura existente en la red, las opiniones científicas sobre una definición
de la conciencia, nos encontramos con un galimatías donde están confundidos y
superpuestos diferentes conceptos como: autoconciencia, mente, conocimiento, libre
albedrío, conciencia moral, identidad, etc. en una especie de ensopado
indigerible para mí.
Sin embargo, entre tanto texto que considero infecundo,
encuentro una perla: la Declaración de
Cambridge sobre la conciencia, emitida por un conjunto de eminentes
neurocientíficos del mundo, reunidos en 2012 y que transcribo:.
“De la ausencia de neocórtex no parece
concluirse que un organismo no experimente estados
afectivos. Las evidencias convergentes indican que los animales no humanos
tienen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos, y neurofisiológicos de los
estados de la conciencia junto con la capacidad de exhibir conductas intencionales. Consecuentemente, el grueso de la
evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base
neurológica que da lugar a la conciencia. Los animales no humanos, incluyendo
a todos los mamíferos y pájaros, y
otras muchas criaturas, incluyendo a los pulpos, también poseen estos sustratos
neurológicos.»—Cambridge
University,(julio de 2012)
(ver
link: http://www.igualdadanimal.org/noticias/7342/el-dia-que-la-comunidad-cientifica-cambio-su-forma-de-ver-los-animales que incluye un video con la Declaración en su
totalidad)
Estoy totalmente de acuerdo con dicha
declaración y en ella destaco la referencia a estados afectivos (emociones)
y a conductas
intencionales (acciones planificadas) como parte de las propiedades que
exhibe la conciencia, así como su presencia en muchísimas especies. Me alegró
encontrar tales coincidencias con conceptos que defiendo y expongo desde hace muy
largo tiempo.
Cortemos
entonces por lo sano y digamos simplemente que llamamos conciencia a lo que se
nos presenta como una pantalla (o un campo) donde se organizan en un todo los
elementos ya señalados en la pág. 5 cuando describimos las características de
lo que llamamos psiquis lato sensu y
que compartimos con tantas especies.
Dicho de otro modo, es un escenario donde intervienen
tantas partes del sistema nervioso central para su construcción, que los
neurocientíficos no se ponen nunca de acuerdo en definir con claridad cómo
opera el SNC para generar lo que llamamos conciencia ni dónde se ubica (les
pasa lo mismo al querer definir y ubicar la psiquis, o la mente, o la
identidad). Parecen cosas irreductibles a la biología…quizás son de otro orden
del conocimiento, pero este tema desborda nuestro objetivo actual.[13]
v pantalla I (lucidez, confusión, pérdida)

v pantalla I (lucidez, confusión, pérdida)

Lo que sí podemos definir es la
clínica de esa función y, en ese sentido, la medicina ha sido muy precisa y
establece gradaciones partiendo de la conciencia lúcida normal, pasando luego a
la patología de la confusión hasta llegar al estupor y, más allá, a la pérdida
completa de conciencia en el ictus o en el coma en sus diversos grados.
Freud fue enfático al señalar que la
definición de lo inconciente que él
describía no se refería en absoluto a esta patología (también llamada
subconciente o conciencia disminuida). Era cierto. Lo veremos luego en la
tercera pantalla de la conciencia, pero antes veamos la segunda:
v pantalla II (mundo alucinatorio)
v pantalla II (mundo alucinatorio)
Pasando ahora a la segunda pantalla de la conciencia, aclaremos: al decir mundo alucinatorio nos estamos refiriendo a un mundo paralelo al del campo de la conciencia recién descrito y que se distingue de él porque sus contenidos no provienen de estímulos del medio ambiente (procesados por el SNC), sino provienen de una actividad automática del SNC. Pero al individuo que los vivencia le parecen tan reales como el mundo externo registrado por su conciencia vigil. ¿A qué fenómenos me refiero?
Ø En primer lugar, al mundo onírico, los tan apreciados sueños que tanto motivaron a
Freud pues los consideraba la vía regia
para el acceso a lo inconciente (en la tercera pantalla volveré sobre este tema
para evaluar a qué inconciente y a qué conciencia se refería Freud).
Los sueños son un producto automático de nuestro SNC. Se nos
imponen más allá de nuestra voluntad. Se enciende la pantalla de los sueños
cuando, al dormirnos, se apaga la pantalla de la conciencia vigil. Emitimos la
muy probable hipótesis que, durante la vigilia, igual se están produciendo
continuamente construcciones oníricas, ocultas por la conciencia vigil. Pueden
apreciarse en la duermevela de los fenómenos hipnagógicos e hipnopómpicos.
Demás está decir que todas estas manifestaciones oníricas están cargadas de
emociones de diverso tipo, incluso muy intensas (pesadillas, terrores
nocturnos, sonambulia).
Ø Luego están las alucinaciones que, según la antigua y tan denostada definición, son
una percepción sin objeto (a mí me
parece una excelente definición que se aplica también a los sueños). Nos
referimos no sólo a las voces de la esquizofrenia sino a las alucinaciones de
todo tipo que se producen en los cuadros neurológicos, sean tóxicos,
traumáticos, vasculares, etc.[14] Claro
que se distinguen de los sueños porque se introducen en la conciencia vigil,
parasitándola en diversos grados hasta llegar, a veces, a las vivencias
extremas del delirium agudo
Ø Por último, mencionamos un conjunto de
manifestaciones automáticas del SNC
que también parasitan la conciencia vigil, compartiendo, entonces, esta
característica de las alucinaciones, pero sin poseer su riqueza perceptiva
(visual, auditiva, etc.). Así tenemos a:
ü las conversiones
que podemos interpretarlas perfectamente como alucinaciones referidas al
cuerpo. Bien sabemos que no son simulaciones y que comparten el carácter de
realidad de todas las otras manifestaciones que estamos considerando.
ü las obsesiones
que se imponen al sujeto y no pueden ser eliminadas por la voluntad.
ü las ideas
delirantes que no son percepciones sino solamente ideas, pero impuestas al
sujeto con su característica convicción
delirante y totalmente irreductibles al juicio racional.
Importa destacar en este punto que dichas
manifestaciones a menudo son impulsadas por un sustrato evidente de emociones
básicas que es claramente señalado por los manuales de diagnóstico. Son los
temores, las pérdidas, los arrebatos, los traumas psíquicos, etc., quienes
están, muchas veces, motivando la aparición de esta fantasmagoría automática (no la llamemos inconciente)
del SNC
v Pantalla III (conciencia de sí/inconciente)
Acá arribamos a un concepto totalmente diferente del vocablo “conciencia”. La conciencia de sí ya no es un “campo” donde se representa el mundo de las percepciones las ideas y los actos. Es algo más que eso; es la capacidad que, a través de la función semiótica, adquirieron los humanos de pensarse a sí mismos. Es una nueva “conciencia” que no poseen las demás especies y que, por eso, la llamamos conciencia de sí o autoconciencia y también la llamamos metaconciencia, es decir, una conciencia más allá de la vigil (opera de la misma manera que el metalenguaje que es la capacidad del lenguaje, en todas sus formas, de estudiarse a sí mismo).
v Pantalla III (conciencia de sí/inconciente)
Acá arribamos a un concepto totalmente diferente del vocablo “conciencia”. La conciencia de sí ya no es un “campo” donde se representa el mundo de las percepciones las ideas y los actos. Es algo más que eso; es la capacidad que, a través de la función semiótica, adquirieron los humanos de pensarse a sí mismos. Es una nueva “conciencia” que no poseen las demás especies y que, por eso, la llamamos conciencia de sí o autoconciencia y también la llamamos metaconciencia, es decir, una conciencia más allá de la vigil (opera de la misma manera que el metalenguaje que es la capacidad del lenguaje, en todas sus formas, de estudiarse a sí mismo).
Es,
pues, con respecto a esta autoconciencia
que se genera el inconciente que
describe Freud. Por ejemplo:
Alguien
dice: estos deseos, estos sentimientos o
emociones, estos rasgos personales que se me atribuyen, NO me pertenecen.
Pero
allí está Freud para decirnos que esa persona tiene reprimidos (y/o suprimidos)
esos aspectos y, por lo tanto, los niega. Pero están allí, al alcance de cualquier
observador interesado, todas las formaciones de lo inconciente para demostrar
la existencia de lo negado (ver el esquema de la tópica freudiana). Si la
persona se dispone a intentar conocer mejor sus aspectos negados (con ayuda de
otro, pues la introspección no alcanza), se producirán más cambios en su
identidad asumida (ver el esquema de la identidad).
Éste
es el sentido más profundo y valioso de esa operación que consiste en
transformar en inconciente aquello que no aceptamos como parte de nuestra
identidad. Freud llama represión (desalojo) a esta operación, que es sólo una
de las importantísimas operaciones reguladoras de la psiquis que él describió.
A estas operaciones (que él denomina “mecanismos de defensa”) Freud les
atribuye también el estatuto de inconcientes lo que genera confusión porque no
lo son en el mismo sentido que los contenidos de las formaciones del
inconciente.
Prefiero llamarlas operaciones automáticas porque de esa forma actúan
en nosotros sin apercibirnos de ello, del mismo modo que actúan la enorme
mayoría de las operaciones y funciones, tanto en nuestro cuerpo como en nuestra
psiquis
**************
2.
Emociones
BÁSICAS
Volviendo
a nuestro tema central intentaremos explicar por qué motivo necesitamos saber cuáles
son los componentes más simples de todo el espectro emocional, es decir, las
BASES sobre las que se apoya la arquitectura de las que llamamos emociones
complejas.
Primeramente,
podemos referirnos al hecho que, desde los albores de la cultura, ésta se ha
interesado en conocer los componentes de cualquiera de los fenómenos que
aborda.
Por
ejemplo, para los presocráticos (tesis que luego adopta Aristóteles) la
naturaleza estaba compuesta de cuatro elementos básicos: tierra, aire, agua y fuego, de cuya mezcla surgía todo el resto.
Los
alquimistas (precientíficos y fundadores de la química moderna), se empeñaron
arduamente en aislar los distintos elementos de las sustancias que analizaban y
su trabajo pionero culmina, ya en época científica, con la confección por parte
de Mendeléyev de la tabla periódica de los elementos que, actualizada, sigue en
uso.
Una
vez descubierto por los Curie, que el átomo, contra su nombre (a = in, tomo = divisible), era divisible, se desencadenó una enorme tarea
científica, que continúa sin pausa, para identificar sus componentes básicos
El
detectar y describir adecuadamente los componentes de lo observado, da lugar a
desarrollos científicos que, en algunos casos, llegan a ser extraordinarios.
El estudio de las emociones no escapa
a esta inquietud del conocimiento y, ya desde los griegos, se intenta
clasificarlas. Hipócrates describe cuatro tipos de temperamento (flemático,
sanguíneo, melancólico y colérico) y los relaciona estrechamente con estados de
ánimo[15] y con
líquidos del cuerpo (cuatro humores: flema, sangre, bilis amarilla, bilis
negra)
Colérico melancólico sanguíneo flemático
(bilis amarilla) (bilis negra) (sangre) (flema)
Como
se puede apreciar, ya Hipócrates capta el vínculo de las emociones básicas con
el soma (humores) y la psiquis (temperamento, personalidad). Ese vínculo va a
permanecer hasta hoy, pero veremos las profundas modificaciones que ha sufrido
con el progreso del conocimiento.
Pero,
si avanzamos hasta nuestros días, podemos hacer una síntesis de los últimos adelantos
científicos para tratar de discriminar cuáles son las unidades más básicas que
definen a las emociones:
Ø Paul Ekman, antropólogo y psicólogo
estadounidense (1934 -), es un investigador del tema y sus estudios concluyeron
(1972) que pueden describirse seis
emociones BÁSICAS, detectables por las expresiones faciales y que son
reconocidas por los miembros de distintas culturas cuando se les muestra dichos
rostros. Es decir, que estas expresiones forman parte del bagaje genético de la
especie humana, más allá de las diferencias culturales. Si bien esta
universalidad ha sido discutida por otros investigadores, la mayor parte del
mundo científico ha aceptado esta clasificación:
o
alegría
o
tristeza
o
miedo
o
ira
o
asco
o
sorpresa
Ø Irenäus Eibl-Eibesfeldt (austríaco, 1928 -),
el fundador de la etología humana (en 1990), se pone de acuerdo con esta
opinión de Ekman, basado en extensas observaciones en humanos de diversas
culturas y en otros mamíferos.
Esto es
reafirmado en 2012 en la Declaración de
Cambridge que transcribimos en la página 11 , especialmente cuando se refiere
a los estados afectivos presentes
desde épocas muy tempranas en la evolución de las especies.
Coincide
además con la ubicación del control de las emociones en el sistema límbico que
pertenece al palio cerebro, o sea, a una parte más antigua -evolutivamente
hablando- de este órgano que aparece con los mamíferos hace unos 200 o 300
millones de años.
Todo esto
viene a confirmar la pertenencia de las emociones al dominio del cuerpo,
representadas en el campo de conciencia (psiquis lato sensu) y, a su vez, registradas por la persona (psiquis stricto
sensu). Así fueron ubicadas en el esquema inicial (como dijimos al
presentarlo).
Ø Y llegando ahora al 2014, encontramos las
interesantísimas investigaciones de un grupo de científicos escoceses que
transcribimos parcialmente del link siguiente: https://www.tendencias21.net/Las-emociones-basicas-son-cuatro-y-no-seis-como-se-pensaba-hasta-ahora_a30434.html
Científicos de la Universidad de Glasgow
(Escocia) han demostrado que las emociones básicas no son seis sino cuatro.
Aunque mantienen la tristeza y la alegría, consideran que el miedo y la
sorpresa, por un lado, y la ira y la repugnancia, por otro, comparten
movimientos faciales al principio de producirse, y por tanto pertenecen a la
misma categoría. En el miedo y en la sorpresa el individuo abre mucho los ojos,
mientras que en la ira y la repugnancia encoge la nariz.
Los seres humanos son criaturas emocionales
cuyo estado de ánimo por lo general se puede observar a través de sus
expresiones faciales.
Una creencia comúnmente sostenida, propuesta
por primera vez por Paul Ekman, postula que hay seis emociones básicas que son universalmente
reconocidas y fácilmente interpretadas a través de expresiones faciales
específicas, independientemente del idioma o cultura. Estos son: la felicidad,
la tristeza, el miedo, la ira, la sorpresa y la repugnancia.
Una nueva investigación publicada en la
revista Current Biology por científicos de la Universidad de Glasgow (Escocia,
Reino Unido) ha desafiado este punto de vista, y sugiere que sólo hay cuatro emociones básicas.
A esa conclusión llegaron mediante el estudio
de los diferentes músculos de la cara (los investigadores se refieren a ellos
como "Unidades de Acción")
que participan en la señalización de diferentes emociones, así como el período
durante el cual se activa cada músculo.
Este es el primer estudio para examinar
objetivamente las "dinámicas temporales" de las expresiones faciales,
y es posible mediante el uso de una plataforma desarrollada en la Universidad
de Glasgow.
El equipo del Instituto de Neurociencia y
Psicología afirma que, si bien las señales de expresión faciales de felicidad y
tristeza son claramente distintas a lo largo del tiempo en el que se emiten, el
miedo y la sorpresa comparten una señal común, los ojos abiertos, al principio
de ser emitidas.
Del mismo modo, la ira y la repugnancia
comparten la nariz arrugada en los primeros momentos. Estas señales tempranas
podrían ser simplemente señales más
básicas de peligro.
La investigadora principal, Rachael Jack, explica en la nota de prensa:
"Nuestros
resultados son consistentes con las predicciones de la evolución, es decir, que
las señales son diseñadas por las presiones evolutivas biológicas y sociales
para optimizar su función.
-
En primer
lugar, las señales de peligro tempranas otorgan ventaja permitiendo un escape
más rápido.
-
En segundo
lugar, las ventajas fisiológicas: la nariz arrugada impide la inspiración de
partículas potencialmente dañinas, mientras que los ojos muy abiertos aumentan
el consumo de información visual útil para la evacuación.
Con el tiempo, y a medida que los humanos
emigraban por todo el mundo, la diversidad socioecológica probablemente
especializó expresiones faciales antes comunes, alterando el número, la
variedad y el tipo de señales a través de las culturas."
A partir de esta información, un ordenador
puede generar expresiones faciales específicas o aleatorias en un modelo en 3D
basado en la activación de diferentes Unidades de Acción o grupos de unidades,
para imitar todas las expresiones faciales.[16]
miedo alegría ira tristeza
En
este gráfico de modelos 3D que transcribimos de:
(https://www.facebook.com/01.PSICOLOGIA/photos/a.1749860691966025.1073741829.1737878813164213/1953500701602022/?type=3&theater) se
aprecian con claridad las expresiones faciales de las cuatro emociones básicas,
generadas por la activación de determinados grupos musculares del rostro. Estas
expresiones a través del rostro son sólo una manifestación somática más de
todas las que poseen las emociones, pero, al ser específicas para cada emoción,
permite diferenciarlas y clasificarlas.
Aclaremos,
desde ya, la terminología de las emociones básicas exponiendo algunos de sus
sinónimos:
o
MIEDO, temor,
ansiedad, angustia, preocupación, pánico
o
IRA, agresividad,
impulsividad, irritabilidad, maldad
o
ALEGRÍA,
exaltación, expansión, manía
o
TRISTEZA,
depresión, aflicción, melancolía
o
HUMOR, (remito al
lector a la nota 15)
Si
trasladamos estos conocimientos a la esfera de los trastornos emocionales (o
sea, a sus excesos o sus falencias) allí se ve claro que la psiquiatría hará
uso, para su diagnóstico, de una clasificación básica de los mismos dividiéndolos
en:
o
trastornos de
ansiedad (crisis de pánico, fobias, trastorno obsesivo compulsivo, etc. etc.)
o
trastornos del
humor (de la depresión o de la exaltación del humor y sus combinaciones)
o
trastornos de la
vertiente agresiva (disruptivos, del control de los impulsos, de la conducta)
La
psicofarmacología, además, va a adaptarse a dichas clasificaciones y pasará a
desarrollar medicamentos en esa línea: ansiolíticos, antidepresivos, reguladores
del humor y neurolépticos (éstos últimos de múltiple uso).
Pero,
como vemos, no hay cuatro grupos sino sólo tres. Esto es debido a que están unificados bajo el
rubro HUMOR, el humor en menos (depresión) y el humor en más (exaltación) por
la sencilla razón que se excluyen entre ellos por ser contrarios (no es posible
estar deprimido y exaltado a un tiempo). Esto no sucede en otras combinaciones
de emociones básicas, combinaciones siempre posibles y, además, muy frecuentes.
Allí se ven los tres grupos de trastornos emocionales con la doble faz del humor (+) y (-) pero además están las flechas de ida y vuelta que indican: convertibilidad, superposición, variabilidad de transcurso, distintas intensidades, etc.
El
análisis clínico de todas estas características de las emociones básicas pasa a
ser harina de otro costal, pero desde ya debemos aclarar que, en el sistema
límbico, estas emociones actúan en conjunto. Están allí todas presentes,
expresándose unas u otras con distinta intensidad y mostrando sus distintos
rostros en el sujeto. Somos nosotros, los que las analizamos, quienes las
separamos para entender mejor un fenómeno central y complejo en la expresión de
la vida.
Por
último (aunque no lo último) y para demostrar lo complicado del tema de las
emociones, vamos a sintetizar algunas ideas de un profundo investigador
empírico a propósito de dicho tema.[17]
A
partir de la observación minuciosa del infante humano desde su nacimiento,
Stern nos habla de las emociones a las que, en general, denomina “afectos” y
distingue allí dos tipos:
Ø por un lado, están los afectos de la vitalidad que vienen a ser algo así como precursores
de los posteriores afectos o, más bien, como afectos más elementales que, al
parecer, nunca desaparecen y pueden ser detectados en cualquier momento de la
vida. Por ejemplo: tener sueño, tener hambre,
respirar, eliminar, etc.
Stern va a
dar mucho destaque a estos afectos en sus últimos trabajos, pasa a llamarlos formas de la vitalidad, refiriéndose a
las mil formas de expresarse, sutiles y automáticas, que tienen los seres vivos,
distintas de los sentimientos, (por ejemplo y hablando sólo del movimiento: agitación, explosión, crescendo,
desvanecimiento progresivo, etc.). Esto abre un amplio campo de investigación,
pero se aleja notoriamente del objetivo de nuestras meditaciones.
Ø por otro lado, están los afectos categoría que vienen a coincidir, punto por punto, con lo
que hasta acá hemos llamado emociones básicas (sean cuatro, seis o más, eso no
es lo importante para él). Pero estos afectos categoría pertenecen al adulto o al niño luego de cierto tiempo de
desarrollo.
Pero en muchos casos pueden detectarse bastante
tempranamente, como nos enseña René Spitz cuando describe:
·
la depresión anaclítica (en el primer año, como
efecto de separación del cuidador)
·
los tres organizadores: 1) la sonrisa del tercer
mes (alegría),
2) el
temor al extraño (angustia del octavo
mes)
3) el
“no” de los dos años (como expresión de agresividad).
Como puede
verse, todo parece confirmar la procedencia innata y universal de las emociones
básicas.
Alberto
Weigle
Mayo
de 2018
[1] Sobre este asunto de las definiciones diremos algo, pero quien tenga interés
en abordarlo desde otra perspectiva puede leer mi trabajo psiqué-alma-persona en el link: http://borpsi00.blogspot.com.uy/2016/09/psique-alma-persona.html
[2] James,
William; filósofo y psicólogo estadounidense (1842 – 1910)
[3] Para
Walter Canon y su discípulo Philip Bard (finales de 1920), las emociones
consisten en una activación fisiológica que prepara al organismo para la acción
y sus mecanismos son exclusivamente fisiológicos. Para estos autores, la
activación fisiológica y la expresión emocional son simultáneas y no se
producen una detrás de otra.
[4] Veamos las definiciones de mente y
psiquis extraídas del diccionario de la Real Academia Española:
Mente: conjunto de actividades y procesos psíquicos
conscientes e inconscientes, especialmente de carácter cognitivo.
Psiquis: es aquello formado por los
fenómenos y los procedimientos que ocurren en la mente
Como se ve,
esto es lo que se llama una tautología: la mente se define como lo psíquico y
la psiquis como lo mental
[5] Oliver Sacks,
neurólogo inglés (1933 – 2015) nos relata magistralmente, en su trabajo Un antropólogo en Marte, la imposibilidad de su paciente Temple
Grandin de comprender los sentimientos amorosos de los demás debido a falla
genética en ella de la función del apego (attachment), por ser portadora de la
afección conocida como síndrome de Asperger (hoy colocado dentro de los
trastornos del espectro autista).
[6] Como lo
han mostrado numerosos autores que han trabajado sobre etología humana: Konrad
Lorenz, Desmond Morris, Irenäus Eibl-Eibesfeldt, Nikolaas Tinbergen, entre
otros.
[7] ¿Qué hay
entre ustedes leyéndome y yo escribiéndoles? Pues nada, sólo rasgos de tinta
sobre un papel; sin embargo, están aludidas, aunque ausentes, una enormidad de
cosas.
[8]
Nos es casi imposible encontrar diferencias nítidas y significativas en una
serie de conceptos, que aparecen como intercambiables sin mayor violencia:
-
psiquis stricto
sensu (psique, psiqué, psiquismo) -
alma, ánima, espíritu
- sí mismo (mí mismo, self)
- sí mismo (mí mismo, self)
-
yo (yo total, moi, ego) - sujeto (subject,
sujet)
- ser (humano)
- ser (humano)
-
identidad
- persona, etc.
Son todos sinónimos para
referirse a la misma estructura, a nosotros,
los humanos. Si las encontramos referidas a otras cosas que no seamos nosotros, será siempre como
metáfora o como creencia.
[9]
Estribillo del poema Canción de otoño en
primavera (1910, aprox.), de
Rubén Darío (poeta nicaragüense 1867 – 1916)
[10]
Fragmento de libro La ridícula idea de no
volver a verte (2013) de Rosa Montero (novelista y periodista española 1951
-) que es una biografía novelada de la famosa científica Mme. Curie (1867 –
1934)
[11]
Agradezco especialmente a Eduardo Migliónico , Pilar Gurméndez Seigal y Diego
Balliva, sus sustanciales participaciones en la confección de este esquema.
[12] Cuando
hace unos 3.500 años Moisés (profeta de las religiones judeo-cristianas y
musulmanas) expone ante sus seguidores las TABLAS DE LA LEY (que le dicta
Dios), nos está hablando del mismo tipo de leyes humanas, pero pensamos
que esas leyes escritas son
el broche final de una larguísima evolución de las normas de convivencia humana
desde los albores de la especie.
[13] Basta
leer los trabajos sobre la conciencia de los neurocientíficos Francis Crick
(1916 – 2004, británico, premio Nobel) y António Damásio (1944 – 74 años,
portugués) para avalar estas afirmaciones.
[14]Invito a
los lectores a leer el maravilloso libro de Oliver Sacks Alucinaciones que se puede bajar sin costo en la aplicación ebiblioteca.org
[15] Desde
ya aclaramos que hay varios sinónimos para esta emoción básica: estados de ánimo, estados afectivos, humor y
timia.
Como se ve, humor y timia toman su referencia del SOMA: humor, de los líquidos (sangre. flema, bilis) y timia, del timo (glándula que se suponía que regía esa emoción).
Los llamados estados (de ánimo o afectivos) refieren a la PSIQUE (alma = ánimo y afecto = emoción).
Como se ve, humor y timia toman su referencia del SOMA: humor, de los líquidos (sangre. flema, bilis) y timia, del timo (glándula que se suponía que regía esa emoción).
Los llamados estados (de ánimo o afectivos) refieren a la PSIQUE (alma = ánimo y afecto = emoción).
Para evitar confusiones (y como lo hacen, en general,
los manuales de diagnóstico), usaremos siempre HUMOR para referirnos a dicha
emoción.
[16] Rachel
E. Jack, Oliver G.B. Garrod, Philippe G. Schyns. Dynamic Facial Expressions of
Emotion Transmit an Evolving Hierarchy of Signals over Time. Current Biology
(2014). DOI: 10.1016/j.cub.2013.11.06
[17] Stern,
Daniel N.; psiquiatra y psicoanalista estadounidense (1934 – 2012) Las ideas suyas
que mencionamos están sintetizadas de varias de sus obras
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